Geneal o no

 Genealogía 

¿De dónde vengo?

El gen de mi ser artista está permeado por todos los maestros y maestras que he conocido. Si bien empecé a hacer teatro muy joven el primer maestro que tuve me enseñó casi a palos a ser disciplinada, a respetar el tiempo de lxs demás, a que los procesos teatrales no son a medias tintas, porque involucran un compromiso grupal, me enseñó a que mi voz debe ser una herramienta para comunicar historias de gente muerta y a cuestionar por qué vale la pena revivirlas, me dejó en claro que el teatro es político, se espera que una actriz sea desobediente del sistema pero con inteligencia para vivir del mismo. Por otro lado, también he desaprendido, a que el teatro no solo es estar en un escenario, debo conocer de la vida misma y apreciarla como una gran performance, a mirar hacia arriba cuando camino sin miedo a caerme de boca, he desaprendido el concepto de comunidad, si esto es la base del teatro ¿porque la competencia y ser mejor que el otro es el centro de sus investigaciones? desaprendí que el teatro deja de ser político cuando el dinero y la ambición se vuelcan en un proceso creativo y los actores nos convertimos en maquinitas generadoras de personajes condicionados a caprichos irrisibles. Desaprendo del maltrato, de la comparación, de la burla, de las criticas pasivo agresivas, también desaprendí que una actriz es una fuente inagotable de propuestas, soy un ser humano con miedo y cansancio. Me he violentado a mí misma para alcanzar objetivos físicos o mentales. Ahora es momento de la sublimación, mi genealogía inicia y muere conmigo, de mi necesidad de desconcertar al público, de mis ganas de construir mis propios elementos, de dejar de lado las poses para pensar en transgredir a través de la ternura. Kantor, Meyerhold, Adler, Francis Alys, Lorena Wolf, Dieguez, son nombres de los cuales he aprendido teoría puedo decir que son mis referentes, pero la verdadera genealogía que me importa la encuentro en el señor de la basura cansado por un arduo día y lo que hace al pasear por la ciudad en el camión apestoso en cómo se agarra del mismo para no caerse, la forma en la que involucra su cuerpo y su presencia para llevarse mi basura o en la forma de caminar de la viejita que apenas puede ver pero que va al mandado cargando su enorme sabucán. De los niños platicando o de los señores con sus caguamas, mi origen está en observar, tocar, oler y sentir.

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